—Quiero que levanten la mano los que hayan perdonado a sus enemigos...
Tímidamente levanta la mano aproximadamente un 50% de los asistentes. Ante la poca respuesta el cura insiste de una nueva forma:
—Cuantos de ustedes perdonarían a sus enemigos de corazón si se les diera la oportunidad de hacerlo...
En esta ocasión levantaron la mano todos los asistentes, menos una ancianita que se quedó tranquilamente sentada. El sacerdote al notarlo se dirige a ella preguntando:
—Señora, ¿porqué no querría usted perdonar a sus enemigos?
—Padrecito, es que yo no tengo enemigos —respondió la anciana.
—¿No tiene enemigos? ¿Que edad tiene usted señora?
—Esta semana cumplí los 100 años... —respondió, y todos los asistentes se pusieron de pié para otorgarle un caluroso aplauso.
El sacerdote pidió silencio a la congregación, invito a la señora a pasar al frente para que todos la vieran y le dijo:
—Señora, es usted un ejemplo a seguir; díganos por favor, ¿como se llega a los 100 años sin tener enemigos?
—¡¡¡ES QUE YA SE MURIERON TODOS ESOS "*#%*HP$@*~#&X"!!!...
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